Caminaba sin fuerzas para seguir avanzando, el trecho que llevaba recorrido había sido lo suficientemente largo y penoso, como para arrebatarle cada una de las fuerzas; era pues que entre el caminar y, mantener una imaginación demasiado activa, le había costado más de un tropiezo y más de una mala pasada.
— Moriré si sigo caminando —musitaba a duras penas, sintiendo la boca totalmente seca, como si estuviera perdido en algún inmenso y oscuro desierto —. "¿Dónde rayos podré estar?" —pensaba dirigiendo una mirada, rápida a lo que le rodeaba.
Me sente como indio cruzando mis pies. "que cansado que estoy" pensaba mientras miraba el reloj. El día transcurría con el regente solar apuntando sobre el meridiano, las doce del día marcaba el reloj.